La irregularidad de las lluvias, que llegaron este año con un mes y medio de retraso, ha golpeado duramente a los pueblos nómadas del norte de Malí. La desnutrición aguda ha llegado a alcanzar al 15,9% de los menores de cinco años, cuando la Organización Mundial de la Salud sitúa en el 15% el umbral de emergencia La organización Acción contra el Hambre ha puesto en marcha una intervención de urgencia con la financiación de la oficina de cooperación británica para el desarrollo (DFID)
¿Cambio climático? Los científicos parecen achacarle el fenómeno que se está produciendo en la franja del Sahel: las lluvias, que todos los años suelen llegar en el mes de junio, se han retrasado este año un mes y medio y han llegado de forma errática, provocando inundaciones en algunos puntos, mientras en otros no ha caído una sola gota.
Los pueblos nómadas tamasek del norte de Malí se han adaptado durante milenios a las difíciles condiciones de vida al sur del Sáhara pero ahora están desconcertados, recuerda la organización.
“Desde mediados de los ochenta el sol está cada vez más cerca de nuestras cabezas, hace cada vez más calor y nuestros animales terminan muriendo antes de que llegue la lluvia”, con estas palabras lo expresa Mohammed Al Karim, nómada tamasek en un campamento a 80 km de Gao.
Precisamente la calidad nutritiva de la leche del ganado había conseguido mantener en buen estado de salud a los niños de estos pueblos nómadas y pastores. Pero esta sequía ha provocado que prácticamente la totalidad de los habitantes de la región hayan perdido al menos la mitad de su ganado, “incluso camellos y asnos, los más resistentes”.
La especulación en los mercados también ha hecho esta vez de las suyas: ante la falta de pastos los tamasek se han visto obligados a comprar forraje para sus animales, pero han encontrado su precio multiplicado por cuatro. Vender tampoco es una buena solución: “he tenido que dar cinco cabras por un saco de mijo, cuando normalmente tenía que entregar sólo una” asegura impotente Aramat, cuya hija Aloushna, de siete meses de edad, está recibiendo tratamiento en uno de los centros nutricionales financiados por DFID.
Ante esta situación Acción contra el Hambre está llevando a cabo una intervención de emergencia para atender a 16.500 personas en riesgo de desnutrición: “hemos abierto 21 puntos de distribución en la región para atender a 2.700 familias. Desde septiembre y hasta diciembre se distribuirán, dos veces al mes, 30 kilos de mijo y tres litros de aceite, así como papilla terapéutica a cada familia con un menor de tres años”, explica Samantha Sarria, responsable de seguridad alimentaria del Equipo de Emergencias de Acción contra el Hambre.
Paralelamente se está poniendo en marcha una actividad con mujeres para el desarrollo de productos hortícolas de temporada: “les damos semillas y formación para que puedan construir una reserva que podrán utilizar en el próximo periodo de escasez, tratando además de formar pequeñas cooperativas. Utilizan para ello un sistema de riego gota a gota para optimizar al máximo el poco agua disponible”, detalla Ali Oumar Maïga, responsable del programa de Acción contra el Hambre.
DFID, a través de su Fondo de Respuesta Humanitaria para África Occidental, ha destinado 400.000 euros a esta operación que beneficiará a 16.500 personas. Acción contra el Hambre trabaja en Malí desde 1995 con programas de nutrición, salud, agua y saneamiento y seguridad alimentaria.
miércoles, 9 de diciembre de 2009
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